martes, 30 de noviembre de 2010

MI AMIGO... JOEL PETER WITKIN

Fotógrafo Estadounidense, que hace que los monstruos y los cadáveres sean arte, porque para él "la vida misma es una fotografia". Nacido en Nueva York en 1939,hijo de padre judio y madre italiana católica practicante, el fue educado como católico. Tiene un hermano gemelo que es pintor, para el que llevó algunas imágenes de personas deformes (un hermafrodita, un hombre con tres piernas y una enana gallina) que él utilizó en sus cuadros, más de una vez han expuesto juntos, por ejemplo en 1986 en Chicago. El padre abandonó tempranamente a la familia y él casi no tuvo relación con él, a pesar de que éste, cuando Witkin tenia apenas unos cinco años le mostraba fotos extrañas.

Frase célebre: 

"Cualquier buen artista hace una apología y un intento de explicar el tiempo en el que vive" 





Su fotografía utiliza montajes muy elaborados, de composiciones complejas, a veces, difíciles de comprender. Witkin trabaja con los negativos como si fueran una escultura, los raya produciendo del lado de la emulsión rayas negras en el positivo y del lado de la gelatina producen rayas blancas en el positivado. Raspa los negativos, los destruye hasta que consigue esa infernal imagen que a muchos tiende a choquear. Siempre muy sombríos, sus trabajos producen sensaciones extrañas tanto de rechazo como de desconcertante atracción.utiliza una iluminación excelente para consegir un contraste adecuado en la fotografia.Dedica horas y horas al proceso de revelado consiguiendo efectos increibles con técnicas de laboratio y manipulando la imagen con acidos y oxidos para el resultado final.

                                        
Una de sus obras más conocidas es la de el beso.


 


Witkin comentaba esta imagen de esta manera:

"(lo de la cabeza) pasó cuando yo tenia 7 y no 6 años, estaba con mi madre y mi hermano gemelo. Íbamos a la iglesia y hubo un accidente de coche muy grande. En realidad ellos no vieron lo que yo, mi madre sólo intentaba ayudar. Me dijeron después que lo que vi era en realidad una pelota que salió rodando de uno de los coches. Era un espectáculo de terrible violencia y quizás más tarde, en un estado de sueño en mi interpretación de esto esa pelota se convirtió en una cara.
Esto para mí tiene mucha mas relación con mi trabajo: cuando tenía cuatro o cinco años me senté en el regazo de mi abuela que era muy religiosa y estaba rezando el rosario. Yo sostuve el crucifijo y me lo quedé mirando. Ella paró porque se dio cuenta de mi interés, me volví a ella y dije: cuando sea mayor quiero trabajar en la fábrica de crucifijos y yo me encargaré de ser el que clave a la persona a la cruz.
Más tarde, cuando ya era adolescente, mi abuela tuvo un accidente y su pierna se empezó a cangrenar. Cuando me levantaba, la casa se llenaba con ese olor a café y la pierna de mi abuela, y acabé asociando el dolor con el amor."  


Francisco Javier Quesada Plaza   2º DE FOTOGRAFIA GRUPO  "B"

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